
Todos los managers tienen un estilo de liderazgo preferido. Existen cuatro estilos principales: directivo, persuasivo, asociativo y delegativo. Sin embargo, es posible —y altamente recomendable— revisar este enfoque según el equipo y las circunstancias. ¡Descubre cuál es tu estilo y cómo adaptarlo para liderar con eficacia!
¿Por qué reflexionar sobre tu estilo de liderazgo?
¿Para qué sirve conocer tu estilo de liderazgo? Para uno mismo, sin duda, pero también para el equipo y, en última instancia, para el bienestar de la empresa. “Reflexionar sobre tu estilo de liderazgo tiene múltiples beneficios”, confirma Annette Chazoule, manager de la oferta de Liderazgo y Cambio en Cegos. “Significa cuestionarse sobre las distintas formas posibles de motivar al equipo, lo que indirectamente impacta en los resultados”.
A esto se suma un componente social importante. “No se puede gestionar a todo el mundo de la misma manera, y hoy también hay que tener en cuenta las expectativas de las nuevas generaciones”.
Calidad de vida en el trabajo, autonomía, posibilidades de teletrabajo, y el sentido del trabajo en sí: los managers deben saber adaptarse a colaboradores y personalidades, por definición, diversas y heterogéneas. “Para cumplir los objetivos marcados por la empresa, es fundamental saber adaptar el estilo de liderazgo”, añade nuestra experta.
En general, los expertos distinguen cuatro estilos de liderazgo: directivo, persuasivo, asociativo y delegativo. “Cada manager tiene un estilo de predilección”, explica Annette Chazoule. “La buena noticia es que nadie está encasillado en un único estilo. Pero para gestionar eficazmente a los demás, lo primero es conocerse a uno mismo”. En otras palabras: saber desde dónde partimos.
¿Cómo identificar tu estilo de liderazgo preferido?
¿Y tú, cómo definirías tu estilo? ¿Directivo, persuasivo, asociativo o delegativo? Normalmente, cada uno intuye cuál es su forma de gestionar. “Si alguien tiene dudas, le invito a hacerse algunas preguntas”, continúa Annette Chazoule. “Cuando te encargan una misión, ¿priorizas los resultados o la calidad de las relaciones en el equipo? ¿Te identificas más con el control o con la cooperación?”.
Detrás de los cuatro tipos de liderazgo hay dos enfoques principales. “A grandes rasgos, los estilos directivo y asociativo están más orientados a la tarea y los resultados, mientras que los persuasivo y delegativo se centran más en el proceso, el ambiente del equipo y la expresión de emociones”.
¿Cuáles son los 4 tipos de liderazgo?
Ningún estilo es mejor que otro en términos absolutos. “Lo importante es saber modular el estilo según la situación, porque cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes”, señala nuestra experta de Cegos.
1. Liderazgo directivo
Es el modelo vertical por excelencia. “Parte del supuesto de que el manager siempre tiene la razón, sabe cómo actuar y analiza mejor la situación”. Sus ventajas: “Permite actuar con rapidez –o al menos lo parece– y organizar al equipo rápidamente”. Pero también tiene inconvenientes: no en vano se le asocia con el autoritarismo. “Conlleva el riesgo de ser poco escuchado, autoritario y de no saber delegar”.
2. Liderazgo persuasivo
Se caracteriza por la necesidad de expresar convicciones y lograr la adhesión del equipo. “Suelen ser perfiles muy comprometidos, capaces de explicar sus decisiones. Escuchan más y no temen al conflicto: buscan convencer”. Sin embargo, esta cooperación puede ser algo sesgada. “Saben que deben escuchar, pero a veces les cuesta aceptar opiniones contrarias”.
3. Liderazgo asociativo
También conocido como participativo, este estilo es más horizontal y fomenta la colaboración. “Las decisiones se toman en común, diluyendo la jerarquía entre manager y equipo. Se valoran todas las opiniones y se aprovechan las competencias individuales”. Pero tiene límites: “Cuando hay conflictos o hay que corregir, este estilo puede resultar insuficiente”.
4. Liderazgo delegativo
Parte de la idea de que cada persona sabe lo que tiene que hacer. “También se conoce como ‘dejar hacer’. Funciona muy bien en entornos como la investigación o profesiones tecnológicas, con perfiles expertos y autónomos”. En cambio, puede haber falta de estructura. “Si no se definen bien las misiones, pueden surgir malentendidos o conflictos”.
¿Por qué adaptar el estilo de liderazgo a cada situación?
Cada persona, pero sobre todo cada circunstancia, requiere un estilo distinto. Según Annette Chazoule, es interesante evolucionar una vez se dominan los retos –e incluso las urgencias– de cada contexto.
Cuándo aplicar un liderazgo directivo
Suele utilizarse en situaciones de urgencia. “Por ejemplo, en una intervención de bomberos, se espera que haya órdenes claras, sin debate”. Este estilo se agradece en crisis, como durante la pandemia, o al incorporar a una nueva persona al equipo. Pero cuidado: “En contextos estables, puede desmotivar fácilmente”.
Cuándo aplicar un liderazgo persuasivo
Aporta energía y entusiasmo, fundamentales para iniciar nuevos proyectos. “Es útil para misiones de largo plazo, porque da sentido y dirección. Además, no teme los conflictos”. Sin embargo, en situaciones urgentes donde no hay tiempo para debatir, puede resultar ineficaz.
Cuándo aplicar un liderazgo asociativo
Ideal para fomentar la creatividad y el trabajo conjunto. “Funciona muy bien en seminarios o cuando hay que pensar juntos sobre temas nuevos, como la inteligencia artificial”. Sin embargo, si se busca el consenso a toda costa, puede faltar firmeza. “A veces hay que decidir sin esperar unanimidad”.
Cuándo aplicar un liderazgo delegativo
Es útil con personas muy expertas o cuando se requiere creatividad. “Pero puede fallar en trabajos en modo proyecto, donde se necesita más cohesión”. Este estilo fomenta el individualismo, y el manager puede sentirse desplazado.
Mejorar el estilo con el liderazgo situacional
¿Cambiar de estilo según la situación? “Siempre ha estado sobre la mesa, pero desde la crisis sanitaria se ha vuelto imprescindible”, apunta Annette Chazoule. No solo para mejorar resultados, sino para atraer, retener y fidelizar talento.
El reto está en soltar el estilo de referencia y adoptar otros. Una idea que también se encuentra en la metodología Process Com, que enseña a adaptarse a diferentes perfiles de personalidad y mejorar la comunicación. “Se trata de desarrollar agilidad, como el principio del ascensor en Process Com, que permite activar todos los recursos disponibles”.
En la práctica, el liderazgo situacional requiere conocer tu propio funcionamiento, analizar cada situación y entender bien al equipo con el que se interactúa. “Hay que valorar la urgencia, los resultados esperados, los plazos y también las expectativas del equipo”.
La mejora continua pasa por herramientas nuevas, a menudo adquiridas en formaciones. Luego, se aplican y analizan sobre el terreno. Annette Chazoule recomienda establecer rituales: “Cada quince días, por ejemplo, revisar situaciones vividas y pensar cómo se podría haber sido más eficaz”. Este ejercicio puede hacerse solo o en pareja. “Porque siempre es más fácil cuando los managers comparten y hacen de espejo”.