
En el mundo empresarial, "ownership" se refiere a la idea de sentirte responsable de lo que haces y actuar con mentalidad de “dueño” dentro de la organización. Es ese sentido de pertenencia, de hacerte cargo y entender que tus acciones importan. El problema es que "ownership" muchas veces se interpreta mal dentro de las empresas.
A continuación van algunos de los malentendidos más comunes sobre el "ownership" en el trabajo:
Confundir "ownership" con jerarquía
Un error típico es pensar que el "ownership" solo aplica a puestos de liderazgo o de gestión. Pero no es solo cosa de directores o "managers": debería existir en todos los niveles. Se trata de asumir responsabilidad y actuar como “dueño” en tu área, sin importar tu cargo.
Falta de involucramiento y participación
Algunas empresas lo tratan como un concepto bonito, pero solo en el discurso, sin involucrar de verdad a la gente en decisiones ni darles espacio para asumir responsabilidades. Y sin participación real, no hay "ownership". Para que exista, las personas tienen que estar metidas en el proceso y tener voz.
Enfocarse solo en la ganancia
Otro malentendido común es asociar "ownership" únicamente con resultados financieros. Aunque también tiene que ver con cuidar la rentabilidad, debería incluir una mirada más amplia: bienestar de las personas, satisfacción del cliente e impacto social y ambiental.
No dar confianza ni autonomía
A veces las empresas frenan el "ownership" con demasiado control: no confían en la capacidad de decisión del equipo y limitan su autonomía. Pero el "ownership" necesita confianza mutua y un entorno que empuje la iniciativa, no que la castigue.
Falta de transparencia y comunicación
Otro error es no compartir información ni comunicarse con claridad. El "ownership" requiere comunicación abierta y transparente para que todos entiendan la visión, la estrategia y los retos reales del negocio.
Para construir una cultura real de "ownership" dentro de una organización, es clave que los líderes tengan claros estos malentendidos y trabajen activamente para corregirlos. Esto se logra creando un ambiente de confianza, participación e implicación real del equipo, con comunicación abierta y transparente, y reconociendo y valorando los aportes individuales. Así se construye una cultura donde todos se sientan parte, responsables y motivados a lograr objetivos comunes.







