Liderazgo de equipos remotos

22/03/2021

Antes de la COVID-19, los empleados de nuestro país reclamaban cada vez más autonomía y flexibilidad por parte de sus empresas. Algunas dieron el paso y probaron aquello del trabajo remoto, una fórmula que la pandemia aceleró a marchas forzadas. El liderazgo de equipos remotos se alzó como desafío a batir de forma prioritaria.

Una de las consecuencias del teletrabajo o Smart Working implementado en masa y de forma progresiva a raíz del primer confinamiento dictado ahora hace un año ha sido la de tener que acostumbrarse a gestionar unas plantillas dispersas que, a título personal, también se han visto obligadas a conciliar, de un día para otro, sus obligaciones laborales, familiares y domésticas en un único espacio, sus casas. Pese a que ahora, inmersos en esta nueva normalidad, hay algunas medidas que se han relajado, muchas compañías han decidido dejar a criterio de los empleados la manera de desarrollar su trabajo, de forma 100% presencial, de manera totalmente remota o de forma híbrida.

Información y comunicación, claves en el liderazgo de equipos remotos

Liderazgo de equipos remotos

La misión no ha sido fácil, ni para los empleados ni para las empresas, cuyos líderes han tenido que aprender, también, a gestionar a distancia a estas fuerzas de trabajo. Y ya no solo a mantenerles motivados y cohesionados pese a la incertidumbre del contexto, que también, sino a dotarles de los recursos necesarios para que pudieran llevar a cabo su día a día sin perder ni un ápice de productividad. Esto pasa, entre otras cosas, por distribuir de forma equilibrada las cargas de trabajo, así como informar claramente de los objetivos y plazos a cumplir, designar qué empleado o equipo debe hacerse cargo de cada proyecto y, de tener que llevarse en equipo, facilitar plataformas para comunicarse y colaborar de manera remota, aprovechar al máximo cada una de las reuniones virtuales que se lleven a cabo, etc.

Lo primero que debe hacer el líder es comprobar que su equipo dispone de la infraestructura necesaria para poder llevar a cabo su trabajo. Esto pasa por un espacio suficiente, bien iluminado y ordenado, lo más alejado posible de distracciones, pero también por herramientas como un ordenador, teléfono, conexión a internet, etc. y las plataformas y programas necesarios para el día a día. Una vez comprobado esto, deberá informarle a priori de cuyos objetivos y plazos deba cumplir, así como de con qué compañeros deberá colaborar para ello. La información debe ser clara y concisa y la comunicación, constante. Afortunadamente, hoy en día existen numerosas herramientas para poder mantener reuniones virtuales donde abordar cualquier cuestión que impacte en nuestro trabajo o en nuestra gestión del tiempo o la presión. Y es que una plantilla dispersa no tiene porqué ser una plantilla poco cohesionada, con lo que favorecer reuniones de grupo de manera periódica también sirve para elevar los niveles de compromiso y satisfacción laboral.

Saber delegar, fundamental

Mostrarse accesible no significa que debamos pasar la jornada encadenando reunión tras reunión, por muy cómodo que sea hacerla desde la intimidad del hogar. Todos sabemos lo improductivas que son aquellas reuniones cuyo orden del día no daba para más de 20 minutos y acaban siendo tres veces más largas. Planificar reuniones a lo largo de la semana, por ejemplo una al comienzo de la semana para establecer objetivos y otra a finales, para analizar el avance del proyecto y el desempeño de cada uno de los colaboradores, es una buena idea. De la misma manera, en el momento que surja cualquier duda o malentendido entre los empleados que deban colaborar entre sí, lo mejor es levantar el teléfono y aclararlo cuanto antes en pos del éxito del proyecto.

¿Qué rol debe adoptar el líder en todo ese despliegue? Pues ni excesivamente permisivo ni excesivamente controlador. Todo en su justa medida, si bien es cierto que para favorecer la autonomía y capacidad de decisión del equipo deberá aprender a delegar más pronto que tarde, algo que no siempre es fácil. El líder debe estar atento a cuanto sucede en torno a su equipo y estar preparado para reaccionar ante cualquier imprevisto, pero también debe confiar en los demás y dejar que las cosas fluyan, siempre sentando unas bases (objetivos, procesos, plazos…) previas. Una forma de demostrarles a los empleados que les valoran y confían en ellos y que redunda a su vez en su compromiso y productividad.

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