El abecé del Smart Working

26/04/2021

En este post descubriremos en qué consiste exactamente el Smart Working, en qué principios se fundamenta y qué ventajas representa tanto para las empresas como para los empleados. ¡Sigue leyendo!

Entre las palabras que 2020 dejará para la posteridad destacan ‘pandemia’, ‘confinamiento’, ‘COVID-19, ‘mascarilla’, ‘distancia de seguridad’ y, por supuesto, ‘teletrabajo’. Este se alzó como fórmula de supervivencia de millones de negocios dentro y fuera de nuestro país, sobre todo en aquellas primeras semanas de un confinamiento domiciliario que, en clave laboral, solo podían romper los profesionales denominados esenciales o aquellos que trabajaban en sectores donde el trabajo a distancia era inviable. Sea como fuere, lo cierto es que, tal como arroja la tercera ola del GEM –que recoge los datos de septiembre a noviembre de 2020-, la pandemia ha duplicado el número de trabajadores que trabajan a distancia a tiempo completo o parcial. Esto significa que durante el año pasado más de 1.600.000 personas se estrenaron en esto del teletrabajo. Esta tercera ola del GEM también ponía de manifiesto cómo las mujeres o los jóvenes de entre 20 y 34 años son los que suelen trabajar a distancia de manera habitual.

Teletrabajo vs. Smart Working

Smart Working

Aunque todavía haya mucha gente que sigue confundiéndolos, los términos ‘teletrabajo’ y ‘smart working’ no son exactamente iguales. Bien es cierto que el segundo comparte con el primero la posibilidad de trabajar desde el propio domicilio, una opción que la pandemia de la COVID-19 ha revalidado como productiva y satisfactoria, pero va mucho más allá. El SmartWorkingimplica, por un lado, la transformación digital de la compañía, que debe rediseñar procesos, metodologías y formas de relacionarse y colaborar con clientes, proveedores, compañeros o superiores. Esta digitalización se apoya indudablemente en las nuevas tecnologías y en infraestructuras (dispositivos y programas) que, facilitados o habilitados por la propia empresa, deben asegurar que el empleado pueda desarrollar su función en cualquier momento o lugar. Un lugar que no tiene porqué ser únicamente su domicilio.

Lo importante es dotar a la fuerza laboral de los recursos necesarios para cumplir sus objetivos y que estos puedan trabajar de manera autónoma, flexible y sin cortapisas. Se trata de una filosofía que busca implementar un modelo de trabajo inteligente, donde los límites espacio-temporales se desdibujan una vez más y donde cada empleado encuentra la forma más satisfactoria de llevar adelante su trabajo. En ese sentido, será necesario fijar objetivos, llevar a cabo evaluaciones de desempeño de manera periódica y mantener una comunicación constante con el resto del equipo. De esta manera, se evitará la sensación de aislamiento o soledad que acusan algunos empleados que forman parte de plantillas dispersas.

Entornos dinámicos

La digitalización del entorno laboral es un reto en el que las empresas de nuestro país ya llevan tiempo trabajando. Lo que hasta no hace mucho se tachaba de objetivo clave, pronto pasó a denominarse prioridad. A raíz de los cambios sobrevenidos a causa del covid19 ya no hubo duda alguna de que las empresas que no lo hubieran hecho aún, debían abrazar el cambio más pronto que tarde si no querían quedarse atrás.

El pasado mes de mayo, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) publicaba el estudio “Who is prepared for the New Digital Age?”, el cual revelaba cómo las empresas con mayores índices de digitalización –factor clave para tirar hacia delante la fórmula del Smart working- funcionan mejor y son más dinámicas. En concreto, el estudio señala que muestran una mayor productividad laboral, crecen más rápido, tienen mejores prácticas de gestión y suelen ofrecer puestos de trabajo mejor retribuidos. Unos entornos más dinámicos que facilitan asimismo una mejor gestión del tiempo y, en consecuencia, más opciones de conciliación, así como ahorros en desplazamientos, dietas y costes estructurales o la reducción del impacto medioambiental del negocio, entre otros.

Al contrario de lo que ocurre con aquellos que defienden el presencialismo, el requisito del Smart working no es ceñirse a un horario laboral, sino responder con seriedad a los objetivos planteados. Lo que en cambio es fundamental es, por un lado, el compromiso del empleado con la compañía y, por el otro, la confianza de esta última en sus colaboradores. Ambas premisas darán como resultado mandos intermedios y superiores capaces de delegar en sus subordinados, plantillas más motivadas y, por ende, una mayor satisfacción laboral y productividad.

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