El Plan de Formación y su para qué

Equipo de colaboradores

Como dice un amigo mío, hay dos tipos de personas: Los jóvenes, que son los que tienen inquietudes por aprender y se preparan para sacar adelante lo mucho que les queda por hacer en la vida, y los viejos, que ya lo saben todo, que están de vuelta esperando la edad de jubilarse, por cierto, cada vez más incierta.

Y esto no tiene nada que ver con la edad física, ojo.

Una empresa es un organismo complejo en la que, inevitablemente, conviven veteranos y noveles, jóvenes y viejos, con sus ilusiones y sus decepciones, sus éxitos y sus patinazos, todos también inevitablemente unidos en sus esfuerzos hacia el cumplimento de unos objetivos comunes. ¿También los que creen que lo saben todo y están de vuelta? Por supuesto que sí.

Los Planes de Formación debieran de ser un instrumento de las empresas para el cumplimiento de sus estrategias en última instancia, pero con unos contenidos, si se me permite decirlo y en una instancia anterior, utilitaristas; conseguir que todos los empleados que forman el tejido social trabajen mejor.

Trabajar mejor supone poner a disposición de los demás los conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes, competencias profesionales, pero también personales que debieran tener su desarrollo en el entorno empresarial. Por esto mismo, el Plan de Formación debiera ser para todos.

Sí, también para los “transparentes”, los que no se ven. Para aquellos que están en los rincones olvidados, unas veces voluntariamente y otras no, etiquetados unas veces injustamente y otras no, como “irrecuperables”.  ¿Qué mejor formador en máquinas que el operario que ha trabajado en ellas toda la vida?¿qué mejor formador comercial que el vendedor que conoce el mercado y sus productos? Quizás las nuevas tecnologías les sean ajenas o les vengan grandes, o su management esté obsoleto, o nos parezca desmotivado, pero quizás también, como el arpa del poeta esté “esperando la mano de nieve” que sepa arrancar las mejores notas de su trabajo.

Los que hemos tenido la suerte de impartir seminarios de “Formación de formadores” a colectivos de este tipo, podemos constatar la ilusión y el interés por las nuevas funciones formativas a personas que antes de iniciar la formación alguien nos había comentado en voz baja “¡Cuidado con este, que te puede echar a perder el curso!”

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