La importancia del Employer Branding para la empresa

08/01/2022

Las compañías son cada vez más conscientes que ofrecer a las personas una experiencia del empleado que les motive y favorezca su desarrollo es clave. Repasemos qué prioriza el empleado hoy en día y qué nuevas tendencias han irrumpido en materia de Employer Branding en los últimos años.

Las compañías dedican cada vez más recursos a adecuar su propuesta de valor como empleadoras a las demandas de los empleados. Saben que un trabajador satisfecho es asimismo productivo y fiel a la compañía, algo que se traduce en unos menores índices de absentismo, infelicidad laboral o síndrome del burn-out, entre otros aspectos.

Construir relaciones de confianza a través del Employer Branding

Ahora bien, ¿qué rasgos en materia de Employer Branding suelen compartir las empresas mejor valoradas para trabajar? La encargada de descubrirlo a través de un análisis del funcionamiento y procedimientos internos de los mejores empleadores de nuestro país ha sido otra cabecera, esta vez el diario Periodista Digital. Este determinó que, aunque la retribución económica continúa siendo clave, hay factores como el compromiso de las compañías por crear lugares de trabajo saludables, en los que primen la confianza y la colaboración entre superiores y colegas, que ganan cada vez una mayor trascendencia. El respeto, la transparencia y honestidad, la imparcialidad y claridad son aspectos asimismo valorados.

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El empleado aprecia también que la empresa le empodere mediante planes de desarrollo y le dote de autonomía a la hora de acometer sus funciones; así como que sus superiores sepan cómo gestionar el conflicto y el cambio y practiquen la escucha activa y una evaluación de su desempeño que les sirva tanto para reconocerles en sus logros como para detectar cuáles son sus áreas de mejora y qué tipo de formación tiene a su alcance para progresar.

La formación, piedra angular del Employer Branding

La formación continua es una herramienta fundamental que impacta ya no solo en la motivación y compromiso del colaborador, sino en su grado de empleabilidad. Más si cabe en un contexto tan volátil, incierto, complejo y ambiguo como el actual, en el que la capacidad de adaptación, la flexibilidad y la capacidad de aprendizaje continuo o learnability de los profesionales han sido las que han marcado la diferencia entre los que han salido airosos de la actual crisis sanitaria y global y los que han quedado heridos de muerte.

Employer Branding, o dar motivos para que los empleados se queden

El inmovilismo de aquellos que en los últimos años han declinado salir de su zona de confort y seguir formándose ha pasado factura a numerosos perfiles que, habiendo mostrado su vulnerabilidad, han debido poner en práctica el upskilling –o formación que busca reciclar los conocimientos y competencias profesionales, o bien responder a la necesidad de unos perfiles cada vez más multidisciplinares o híbridos- o el reskilling –o formación que busca ampliar el expertise de un profesional a fin de poderlo reubicar dentro de la empresa cuando el contexto así lo requiera-.

La importancia que los empleados le otorgan a la formación en su lugar de trabajo es muy elevada, según destacan varios informes. Así pues, recogen que el 67% de la Generación Z la priorizaba como elemento para aceptar un nuevo puesto de trabajo mientras que para el 26% de la fuerza laboral encuestada (Baby Boomer y Generaciones X, Y y Z) era un factor clave para permanecer en la empresa, junto al salario, la cultura y reputación corporativas y los beneficios sociales. Una realidad de la que ya se hizo eco el Linkedin Workplace Learning Report de 2018, que recogía que el 94% de los trabajadores se quedaría más tiempo en una empresa que invierta en formación.

Ofrecer formación específica, personalizada y flexible

La capacidad de adaptación y el lifelong learning van a ser dos competencias claves de ahora en adelante y las empresas deben remar a favor de las necesidades (por obligación) e inquietudes (por elección) formativas de sus empleados. Para ello, deben poner a su alcance formaciones cada vez más específicas, personalizadas y flexibles en términos de tiempo y espacio. La mayoría de ellas serán en formato híbrido, presencial y online, a través de webinars, microlearning, portales y plataformas corporativas, etc. un claro reflejo de cómo la tecnología se ha convertido en elemento clave en la democratización de la formación ejecutiva y corporativa, la cual a su vez es más interactiva que nunca.

Dicho esto, cabe ahondar en qué aspectos buscan desarrollarse los profesionales de nuestro país, como las nuevas tecnologías (en línea con la digitalización del ámbito empresarial, de hábitos como la compra-venta o la comunicación, etc.); los idiomas, ya sea inglés, francés, alemán o chino, imprescindibles para trabajar en entornos y equipos cada vez más diversos y globales; liderazgo y gestión de equipos, una demanda cada vez más extensa entre los perfiles ejecutivos; y herramientas como el Design Thinking o el marketing digital, estrechamente vinculadas a la innovación y creatividad que cada vez más empresas valoran en sus empleados.

Una lista en la que también escalan posiciones las formaciones relacionadas con el desarrollo personal y elementos como la comunicación, la gestión del tiempo, la oratoria, la gestión del estrés, etc. y con la seguridad y calidad en el empleo, con disciplinas como la Prevención de Riesgos Laborales, primeros auxilios, auditoría y calidad de procesos, etc.

¿Qué rol ocupa la formación continua de la plantilla en el Employer Branding de tu compañía?