Desde luego, la contestación no es fácil, para empezar ¿Qué consideramos como un buen formador? ¿Y un buen curso? Donde está la piedra angular del buen formador ¿En los conocimientos? ¿Las competencias? ¿La actitud?
En ocasiones preguntas simples generan respuestas complejas, en este caso como consecuencia de una de ellas se generó un debate curioso que todavía me está haciendo reflexionar.
Me encontraba hablando sobre formación con un par de colegas de profesión de la casa cuando uno de ellos -Bill Holden- nos preguntó a bocajarro y sin avisar ¿Qué es más importante? ¿El curso o el formador?
Silencio.
Balbuceos.
Dudas.
Y un buen rato de discusión.
Desde luego, la contestación no es fácil, para empezar ¿Qué consideramos como un buen formador? ¿Y un buen curso? Donde está la piedra angular del buen formador ¿En los conocimientos? ¿Las competencias? ¿La actitud?
¿Y la del curso? ¿En los contenidos? ¿La pedagogía? ¿Los materiales?
Ya antes de empezar había tantas preguntas que había que simplificar.
Y simplificando construí cuatro escenarios:
- Buen formador y buen curso: miel sobre hojuelas que diría mi abuela.
- Buen formador y mal curso: en este caso no puedo dejar de pensar en los documentales de la 2. Los veo y cuando terminan soy un poco más culto, he pasado un buen rato y conozco datos muy interesantes… que posiblemente jamás seré capaz de llevar a mi día a día.
- Mal formador y buen curso: posiblemente me aburra como una ostra, o acabe hecho un lío, o busque cualquier excusa para salir de allí. Pero cabe la posibilidad de que alguna pregunta, alguna dinámica, alguna idea lanzada me encienda el interruptor del crecimiento y del cambio personal. Ahora bien, probablemente no sea capaz de mantenerlo encendido durante mucho rato. En este caso el éxito será más producto de la casualidad que del buen hacer del formador.
- Mal formador y mal curso: sin comentarios.
Claro que la realidad siempre es más compleja que cuatro simples cuadrantes: sesiones buenas y formadores eficaces, contenidos mediocres y dinamizadores brillantes, itinerarios bien construidos e instructores que conocen perfectamente unas materias del mismo, pero desconocen totalmente otras, cursos sin metodología con formadores competentes, programas brillantes con formadores poco motivados… Los escenarios serían tantos como para crear una matriz casi infinita de contestaciones.
Yo aquí continúo, pensando, a punto de encontrar la respuesta a la pregunta. Espero.
¿Y tu que opinas a esta pregunta tramposa?
¿Curso o formador?
La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa y que le permite, sin notarlo, ir tomando buena dirección.
Enrique Tierno Galván (1918-1986) Político e intelectual español.
Epílogo: sin lugar a dudas, lo mejor del día fue cuando horas después, Bill nos dijo que en realidad daba lo mismo, que sólo era una pregunta que buscaba motivar a la reflexión, porque en realidad ¿Qué más da si fue antes la gallina que el huevo o viceversa?
