Después de comprobar el resultado de numerosos procesos de coaching en personas de distintos perfiles personales y profesionales y buscando un denominador común a todos ellos, tal vez una posible definición de una sesión de coaching sea un proceso de búsqueda, reflexión y descubrimiento, ya que el coachee hace un trabajo de análisis para que ocurra algo, pensando detenidamente sobre diversas circunstancias de su vida con el objetivo de hacer patente lo que hasta ese momento ha estado escondido o era ignorado por él.
Por lo anterior, parece necesario que este proceso esté canalizado y dirigido por tres conceptos fundamentales, la responsabilidad, la realidad y la consciencia. El coachee debe mostrar la capacidad para reconocer y aceptar las consecuencias de sus actos, tal y como realmente han sucedido y teniendo en cuenta cómo los ha sentido, reconociendo en sí mismo dichos actos, para poder iniciar un proceso tan profundo como es el coaching.
¿El resultado del proceso? Lejos de hacer discursos triunfalistas de las bondades de este tipo de procesos, es innegable que incrementa el autoconocimiento y por ello ayuda al coachee a definir nuevos caminos para desarrollar nuevas competencias, entendidas como nuevas aptitudes y habilidades para logar determinados objetivos, al menos, para iniciar el ejercicio de trabajar por ellos, que ya en sí mismo es un logro.
Conseguir ese cambio de estado, que el coachee pase a la acción, es señal de cambio, de transformación, de ahí que se defina el coaching como un proceso transformacional, como cita Leonardo Wolk en su artículo publicado en Cuadernos de Coaching.
Teniendo en cuenta que cada uno de nosotros tiene su “vara de medir” personal, se debe respetar la definición de cada persona para lo que consideran que es un problema, ya que de forma sencilla se puede definir como una situación de dudosa solución y ¿cuántas de estas situaciones nos encontramos a diario?
La dificultad en encontrar una solución a este tipo de situaciones problemáticas está en gran medida en nosotros mismos, ya que la percepción de la realidad que en muchos casos tenemos en únicamente eso, la visión desde nuestro punto de vista, pero hay otros, que incluso podemos descubrir gracias a un proceso de coaching.
El coach tiene el importante papel de ser el guía del proceso...
...sin ser el protagonista, el que acompaña al coachee en ese proceso de descubrimiento, sin enseñar ni mostrar el camino a seguir, generando un entorno seguro en el que el coachee no tema por entrar en un terreno desconocido, sino que se sienta capaz de adentrarse en ese nuevo escenario como protagonista o como observador de esa realidad que desconoce, él mismo.
Contado así, puede parecer que todo este proceso es algo extraño, oculto, esotérico, pero lejos de estas apreciaciones se encuentra la realidad de un proceso de investigación personal en una parte que normalmente no estamos acostumbrados a visitar, nuestro interior, tal vez por eso resulte raro para muchas personas, pero personalmente prefiero definirlo como novedoso, atractivo, retador y sin duda efectivo.